HISTORIA MAKI

Un rayo de luz atravesó el espacio como construyendo un lecho de río, delgado en un principio y abriéndose paso con alas de plata en el devenir de un algo que aún no era tiempo, ni espacio, ni vacío, ni lleno.
Sintiéndose poderoso, creador, sin juzgarse pues desconocía esos parámetros, siguió su rumbo perfecto hasta chocar con otro rayo de luz y estallar en un amanecer que ambos ignoraban.
Esa luz se convirtió en tibieza y fue inevitable que aquel calor naciente se expandiera, llegando a partículas dormidas que no sabían de su propia existencia, pero al sentir, al sentirse, supieron que eso que les ocurría era vida.  Algunas dejaron que eso que estaba pasando siguiera su curso, otras intervinieron explotando, derramándose sobre todo lo existente; todo lo no ocupado se ocupó de luces, brillos y sombras proyectadas desde los mismos aconteceres.


Y en ese estado de cosas estuvo ese TODO por un tiempo inmedible e incierto, pero tangible.  Tan tangible que al TODO le nacieron frutas y flores y nubes y arroyos.  Más tarde, mariposas, gusanos y peces.  Luego hubo un momento de descubrimientos y exploraciones, mientras a los peces le salieron alas para poder conocer el cielo, y a los gusanos patas para correr por las praderas… y a algunas mariposas les vibró el pecho, se les abrió una boca redonda y brillante, y un fuego visceral les brotó sin quererlo.

Así cuentan que comenzó el Universo Maki, la nación de un pueblo que vino a recordarnos cómo era la magia y qué debemos hacer para vivirla.
Esto es lo que conocemos como su historia.


En en reino de las makis, en las tierras altas de la Cordillera, llegó por fín a su total plenitud, el ARBOL DE LOS MAGOS.  Dicen los que lo vieron, que todos los días brotaba uno como flores de primavera; hasta que una noche, por fín, del mismo árbol brotó la primera estrella que directo subió a lo alto y sobre lo negro de la noche explicó a qué había venido.
Esa, que fue la primera noche de los tiempos, hubo fiesta, música y baile, y la princesa Illa, la que trae ventura, talismán, digna de confianza, se acercó al jardín con su vestido de bailar, sus zapatos de huayno, su corona de imaginar, y su sonrisa de vivir... y en su cuello, el talismán de las palabras brillaba como nunca lo había hecho antes.

Cuando se acercó al bailadero, los magos y las magas que recién habían brotado, formaron una rueda a su alrededor.

Muy silenciosa, sigilosa y furtivamente llegó por los bajos de esa primera noche una visitante que no había sido invitada: la serpiente guardiana de todos los secretos del Universo.
En la entrada del jardín, dos guardianes makis, APUMAYTA el noble señor bondadoso, y ARUWIRI el poeta y compositor de canciones, la dejaron pasar; ya que entendieron que no había problemas porque ninguno de los invitados presentes estaría guardando un secreto.

Sin perderle pisada, arrastrada o deslizada, le sugirieron que no se acercara al árbol de los magos, cosa que la serpiente con un largo suspiro dio por entendido que no lo haría.
Mientras se postraba ante los invitados para pasar desapercibida, sintió algo apetitoso, "alguien" entre los danzantes, tenía un GRAN secreto; y no tardó en descubrirlo. Su largo cuerpo tornasolado, fue hasta los pies mismos de lo oculto, y mirando desde "los abajos", increíble perspectiva para muchos descubrimientos, vio que bajo la falda de esa invitada, asomaba una cola de sirena.  Siempre había sabido la serpiente, que la realeza era la que guardaba los más jugosos secretos, por lo que no tardó en llegar a los oídos de Illa y proponerle un "trato conveniente", ella sería capaz de quitarle su cola de sirena para siempre a cambio de su talisman de las palabras.

Después de todo la serpiente siempre había querido pronunciarse, pero sólo silbidos salían de su boca lasciva... suspiros que sólo a través del susurrador se convertían, de vez en cuando en palabras.

Illa que tanto amaba bailar, miró con infinita compasión a la serpiente y agradeciendo "la propuesta", le explicó que hacía mucho tiempo había aprendido a sumergirse en las aguas más profundas y que aquello, no era tan malo como parecía...





Así empezaba en aquel tiempo sin tiempo, la división entre día y noche, luz y sombra, uno y otro...

A pesar de esto hubo siempre en el mundo de las makis, señales claras de que el Universo no estaba dividido... y muy por el contrario todo existía en perfecto complemento.
El mar y cielo por ejemplo, siempre habían sido UNO.  Decían los magos más antiguos que el mar estaba regido por la serpiente, creyendo ella que reinaba en las profundidades de lo salado, añorando el cielo y sin percibir que ella habitaba el arriba y el abajo.  Desde su perspectiva, ella soñaba con el vuelo del majestuoso cóndor, del señor rey, del que todo lo sabe, el MALLKU.
Un día el cielo produjo tal diluvio que el mar se llenó de agua hasta nuestros días, desde ese momento el mar fue navegable y las nubes se convirtieron en olas y algunos árboles, como el de los magos quedaron sumergidos bajo las nubes y ellos tuvieron que acostumbrarse a trepar por sus ramas para tener otra perspectiva de lo que acontecía en cielo y mar.  La única que no comprendió lo ocurrido, fue la serpiente, que aún sigue buscando el largo camino al cielo, mientras Illa y su talismán bailan, se sumergen y vuelan.
Se cuenta por estos días, que la serpiente ha comprendido con su infinita sabiduría... que no siempre recuerda, que en un tiempo de cambio su largo plateado y tornasolado cuerpo se convirtió una mañana en espada fiel que acompañar a la princesa Illa y así cortar la maleza que crece en mares, bosques y cielos, para que la duda no encuentre jamás terreno fértil, ni corazones desesperados.





Hubo tiempos de mansedumbre, otros de cosecha, y llegaron por fin al tiempo de las makis, las épocas de las búsquedas y una tarde los magos recién nacidos y los que abundaban en cabellos de arco iris, se reunieron en la playa o el horizonte, no recuerdo bien... y eligieron a la maga WARAYANA, la estrella que viene de lejos, para que navegara los siete mares en un barco propulsado pro cien mil alas de mariposa. Sólo ella iría como tripulante, en busca de los colores que aún no existían para pintar de miradas nuevas el viejo Universo de las makis.  Entre todos entregaron a Warayana un único amuleto: una brújula estrella, la brújula de los buscadores.

El viaje fue apasionante ya que ningún mago ni maga de las makis había viajado tan lejos jamás.  Y a medida que navegaba, ella fue encontrando el amarillo dorado para animarse a descubrir a seres nuevos; más tarde encontró el naranja, el de cada principio y cada final; y pro supuesto el rojo quiso presentarse para contarle sobre el fuego y las entrañas de la tierra. El verde llegó sin que nadie se diera cuenta, en  una hoja de albahaca que tal vez Warayana no había descubierto de no ser porque su perfume la envolvió embriagadoramente, trayéndole el mensaje que aún le faltaba comprender: "era hora de cambiar las creencias, era hora de dejar que el corazón a ojos cerrados eligiera desde el amor, porque él nunca se equivocaba".  Y el azul fue el siguiente, subió desde el fondo del mar para darle amparo y protección, y le contó de un primo hermano, el índigo, color único en el Universo para definir a la tolerancia.

Cuando Warayana creyó haber encontrado todo lo que buscaba, pidió a las mariposas que encausaran el viaje nuevamente a tierras makis... y en el regreso, un color más cayó del cielo dentro de una escama de sirena: el violeta, que venía a traer la claridad de sentimientos y el hacerlos fluir desde un barco propulsado sólo con cien mil alas de mariposas.

El día que Warayana regresó al horizonte, magos y makis la recibieron con un abrazo eterno mientras se alborotaban unas y otros al contarle todos los cuentos habían nacido en su ausencia.  Como todos eran bellos y escuchables, creyeron propicio, esperar a que llegara la gran noche oscura, esa en que todas las estrellas dormían y la luna también para iluminarse con el relato de los cuentos más hermosos del mundo...





El primero que contaron fue la historia de YANA, la sirena, la extranjera llegada de otros lares.

Yana vivía en el lago de los placeres, un gran espejo de agua, que sólo le permitía el reflejo de ella misma.  Por eso no dejaba de admirarse y preguntaba a cuanto animal, persona o cosa que se le acercaba cuál de sus partes prefería más, si al pez o a la mujer que la habitaban.

El árbol de la orilla, sabio y paciente, le sugirió que observara su entorno, pero tanto se había observado en el espejo de sus miserias que ya no entendía lo que sus ojos le contaban.  
Preguntó entonces a un caminante que descansaba bajo la sombra del árbol sabio, y éste le habló de su cansancio, y del camino, de lo cruel de la vida y de que no comprendía para qué querría dejar ella la quietud de esas aguas.

Entonces llegó la bruja Sisa, la inmortal, la que siempre vuelve a la vida, que por otra parte aquella noche de cuentos esperaba su turno para contar su propia historia, certeramente le explicó: "ambas te habitan y a ninguna podrás matar".
Ya estaba considerándolo cuando vio volar sobre ella al ser más bello que conoció jamás; MALLKU, el condor, el rey de los cielos surcaba el aire dueño del tiempo. Viéndolo volar, sintió que ya nada le importaba y que ella sólo quería lo que él tenía: LIBERTAD.
Mallku, dentro de su inmensa autonomía, dejó su vuelo y bajó hasta el lago. Él se presentó en un amanecer silencioso, y mirándola directo al corazón le contó el secreto de su libertad.  Sólo amándose profunda e inmensamente sería libre, bella y única, y que sólo los seres mágicos son los portadores de misterios, esencial ingrediente para que los mejores mentirosos y cuentacuentos, sigan llenando de relatos las noches sin estrellas y sin lunas...


Rapidamente SISA, la bruja pidió la palabra y preguntó:

- ¿Serían capaces de ver aquello que no se ve?

Y CHUYMA, el hombre corazón dijo que él podía ver el amor. Ninguno de los presentes se sorprendió porque sin dudarlo, Chuyma era el más amoroso de todo los hombres maki.
El había amado sin ver a la princesa que vivía del otro lado de la alta Cordillera.
Chuyma se llamó a silencio y Sisa contó su historia.

En las tierras calientes que existían del otro lado entre el mar y las montañas vivía un rey que amaba tanto a su hija, que buscó para su cumpleaños el regalo más inmenso que pudo encontrar.  Aquel rey, ciego de toda justicia y racionabilidad había sido el primer hombre en cazar una estrella, para regalársela a su hija como joya eterna; sin imaginar jamás que esa joya sólo brillaba en el cielo, pero en la cabeza de la princesa se había convertido en hielo e irracionalidad que la dejó inmóvil para siempre.

Cuando Chuyma se enteró de la historia, cruzó las alturas, atravesó el sol, voló sobre la nieve, para llevar a la princesa lo único que podría salvarla.  Un pequeño cofre que su padre le había entregado con todos los abrazos que cada humano había dejado de dar.  El padre de Chuyma había pasado su vida recolectando abrazos no dados u olvidados en el fondo de las manos para que un día su hijo con el corazón más amoroso que había existido sobre la Tierra, los derramara sobre la frialdad más extrema que encontrara.

Al llegar Chuyma ante el rey y su hija, con su cofre lleno de abrazos, lo abrió y liberó unos cuantos que rápidamente volaron hacia los hombros, la cintura y las mejillas de la princesa.  Ella reaccionó instintivamente con un suspiro tan profundo, que aunque el sol reinaba en el cielo, la nieve cubrió el palacio.  Luego entreabrió sus ojos y vio a Chuyma parado frente a ella.
El hombre de corazón inmenso, no quiso mirarla y perderse en su mirada y simplemente desplegó la caja, dejando salir algunos abrazos más que la rodearon y acariciaron con inmenso amor.

Recién en ese momento Chuyma se acercó a la blanca piel de la princesa, la tomó de la mano y besó sus ojos.
Desde aquel mediodía en las tierras altas que van del mar a la Cordillera, cada vez que la nieve cae es un recordatorio para los humanos de que el abrazo es la única medicina que cruza fronteras, que viaja en la sangre y que resucita corazones adormilados.





Las historias de la sabiduría maki no se han perdido y seguirán vivas por siempre, mientras existamos humanos que reconozcamos tener alma de niño maki, alma de muñeca.
Las makis fueron y son un pueblo vivo que sólo ha creído en sus sueños, y tanto creen en ellos, que cada noche al irse a soñar, se despiden de sus seres amados como si esa noche pudieran morir, ya que creen que es elección de cada uno quedarse a vivir en su sueño.  

Y ciertamente muchos lo han hecho, se entregaron a él, y a la mañana siguiente amaneció en sus camas una mariposa multicolor, como todo aviso de la partida de esa maki que había "elegido" quedarse entre la trama y la urdimbre de sueños con arco iris y estrellas, o con brujas y princesas.


LAS MAKIS Y EL MUNDO HUMANO

En aquel principio de los tiempos, en mares y lagos, los peces que no quisieron volar, pero descubrieron lo que era el deseo, sintieron la necesidad de ser algo más, mutar en algo que les permitiera continuarse pero con una nueva esencia… y nació en esas aguas, la primera sirena, mitad pez y mitad un ser que nadie había visto jamás.
Sobrevinieron sucedidos extraños, algo trocó sutilmente la armonía.  Pero aquello sutil dejó de serlo el día que una de las sirenas, Yana, acercándose a la orilla del lago que habitaba conoció la belleza indómita del vuelo de Mallku, el condor.  En ese instante supo, tomó conciencia de un nuevo sentir: el deseo, y lo plasmó creando el primer hechizo, una magia desconocida por todo lo nacido hasta ese día.

De su garganta voló una vibración, no era como los ruidos de los otros animales; ella percibió que aquello que emitía por su boca, acunaba y mecía el espectacular vuelo de Mallku, que tanto amaba y que mansamente se acercó a la orilla del lago sólo a mirarla y escucharla…
No entendía aquel sonido, pero le agradaba… le fascinaba. En ese instante, otra cosa nació, algo fuerte y más encendido que su libertad, algo poderoso y que aún no descubrirían cuan peligroso: LA PASIÓN.

Aquella sirena y ese cóndor crearon sin proponérselo una nueva forma de vida, que los contuvo, que supo de sus esencias, pero tan diferente a sus existencialidades, que cuando lo vieron nacer se asustaron y no supieron que hacer con aquello.  Dejaron que se moviera, arrastrándose primero por bastante tiempo, pero un día sin imaginarlo, aquel animalito se irguió.  Sus extremidades posteriores habían crecido y se paró sobre ellas, se tambaleó, pero dio unos pasos.  Pegó un chillido nuevo, que con el tiempo se pareció a los sonidos que salían de la boca de la sirena… pero jamás el vuelo habitó su andar. El agua parecía agradarle, pero no tanto como para vivir en ella.
Ya maduro, en el mediodía de su existir, sólo se comunicaba con su madre por medio de esos sonidos nuevos que ambos sabían reproducir.  Ningún animal los entendía y su padre el cóndor tuvo que aprender a descifrarlo, aunque jamás salió de él sonido similar.

Así el primer hombre y una sirena cocinaron las primeras palabras y con ellas construyeron y sepultaron amaneceres.

Desde ese inicio quedó en aquel ser nuevo un poder casi indestructible, sólo el legado de su padre Mallku, el cóndor, es lo que lo convirtió verdaderamente en algo diferente; algo que desde la medición del tiempo, desde la desaparición de las mariposas que echaban fuego por sus pequeñas bocas, ese ser nuevo se permitió rescatar en algunas ocasiones … algo que será capaz de crear ese y todos los mundos necesarios, todas las veces que se requiera de tal equilibrio:  LA LIBERTAD.  

Única herencia dejada por el cóndor a su hijo humano. Así el Universo Maki, creo al primer ser humano que pisó esta tierra.





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